Cuando una película no es ni buena ni mala, suele decirse de ella que “se deja ver”. Bien, pues Biutiful es difícil de ver. No es que no sea buena, es que cuesta verla.
El argumento es la vida de Uxbal un hombre que se mueve por la oscuridad de los bajos fondos de Barcelona (podría ser cualquier otra ciudad), traficando incluso con seres humanos; ex drogadicto, ex marido, padre que hace lo que puede, con amigo de la infancia policía y con una fluida relación con los muertos a los que ve incluso en el techo de la habitación. No es extraño teniendo en cuenta su romance largo con las drogas . Por tener, tiene hasta una enfermedad terminal.
Este personaje es la película y este personaje es Bardem, o sea que, por una simple regla de tres, Bardem es la película y si no fuera por el carisma y la fuerza de este actor no aguantaríamos en el cine la hora y pico de metraje.
Dice Iñárritu, el director, que es una película llena de esperanza. Yo no vi esta virtud por ninguna parte. A no ser que se refiera al malestar que te crea y que te hace recordarla de continuo. Eso posibilita que irrumpa en tu vida el mundo de seres invisibles, porque no se quieren ver, que habitan la ciudad con una cotidianeidad paralela a la tuya. Posiblemente sea esa la esperanza del director: que los recuerdes. Entonces si, ha conseguido su objetivo.
Bardem hace una gran interpretación de un personaje muy difícil, con el que sería fácil caer en el histrionismo o resultar anodino. Esta medido y totalmente creíble. Los demás actores le dan la réplica perfectamente. Me gustó mucho la actriz que interpreta a su ex mujer.
Salí del cine con ganas de ver la luz, así literalmente. La persona que la vio conmigo sentía deseos de lavarse de inmediato. Menos mal que Oviedo esta lleno de fuentes y como era Navidad de luces por todas partes…
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