He comentado en varias ocasiones que me encanta el cine inglés. Bien pues esta película es una de esas que convierten a cualquiera en fanático del buen cine que se hace en las islas; es un ejemplo magnífico de sobriedad, sencillez y eficacia.
El duque de York ( Colin Firth), Bertie para los amigos, es tartamudo desde la niñez lo que provoca burlas entre sus familiares, con su padre a la cabeza y le causa un grave complejo. Ante la posibilidad, cada día mas clara, de que tenga que ocupar el trono debido a las inadecuadas relaciones del príncipe de Gales con la señora Wallis Simpson, divorciada varias veces, y a la visible simpatía que éste muestra por los nazis, la duquesa decide buscar un logopeda que logre corregir las problemas de dicción de su marido.
Tratando de dar con el mejor, a Mary ( Helena Bonhan Carter) le llegan noticias de un australiano, Lionel Logue ( Geofrey Rush), republicano, excéntrico, de métodos poco ortodoxos y para el cual todos los hombre son iguales sin distinción. Logue impone a los duques su criterio desde el primer momento, dejando claro que las clases se darán en su domicilio, porque él jamás acude a las casas de sus alumnos
Entre los dos hombres, tan diferentes, surgen malos rollos al principio debido a la obstinación de Logue por ignorar el protocolo y llamar al duque Bertie en vez de alteza real y de pretender que este le llame a su vez, Lionel y no señor Logue. Por todo ello, cuando apenas habían logrado unos avances la relación se rompe.
En palacio se precipitan los acontecimientos. Muere el rey Jorge V y accede al trono Eduardo VIII quien manifiesta su intención de casarse con la señora Simpsom contra viento y marea. Los primeros ministros del reino unido y de los dominios se oponen al ser el rey de Inglaterra, a su vez, jefe de la iglesia anglicana y Eduardo termina por abdicar a favor de su hermano Alberto que sube al trono con el nombre de Jorge VI.
Inglaterra se encuentra inmersa en la segunda guerra mundial y el nuevo monarca debe pronunciar un discurso que inspire y una a su pueblo. Evidentemente su tartamudez es un obstáculo, por eso la reina decide volver a llamar a Logue.
Los métodos empleados por el australiano hacen que la historia sea muy interesante, aparte del transfondo histórico que les acabo de referir y del vínculo que va surgiendo entre ambos. Logrado el objetivo, el rey pronuncia su discurso a la nación sin un solo tropiezo y ese día un orgulloso Logue le llama Majestad por vez primera con todo el respeto y el cariño que conlleva la sincera amistad que había surgido entre ellos y que perdurará a lo largo de toda la vida del rey.
Parece ser que durante el rodaje surgió la polémica de si permitir que el personaje del rey dijera tacos. En principio se pensó que no, pero al fin se decidió contar las cosas como fueron en realidad.
Como todo film histórico inglés la documentación es rigurosa e impecable lo mismo que la ambientación.
No se si en America del Sur se ven las películas dobladas. Si es así, aconsejo verla en un sala que la proyecte en versión original. La interpretación de los dos actores, pero sobre todo Colin Firth, les dejará boquiabiertos. No en vano le dieron un Oscar y una multitud de merecidos premios en todos los festivales a los que acudió la película.
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